ornella vilaro

sábado, 15 de enero de 2011

mientras pienso XXI


                                    UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

      Yor-Koc recuerda dos hechos puntuales de que definieron su vida. El primero el asesinato que cometió, hace millones de años en el futuro, donde sin pensarlo dos veces fue capaz de quitarle la vida a tres personas. El segundo hecho que recuerda, el cual lamentablemente para él tampoco pensó, es el como termino aquí.  Sumergido en un paraje completamente selvático, demasiado distinto a las ciudad de metal y cristal  donde se crió. Las bestias que lo siguen, sin tregua, le llevan mucho de ventaja pues este es su hábitat natural, no hay refugio seguro. Lleva mucho tiempo corriendo, solo se mueve por el miedo, de ser el próximo en ser devorado. Siente el corazón, golpeando violentamente su pecho, los pulmones parecen querer salirles por la  garganta. Se detiene para recuperar algo de aire, agitado siente como se le desgarra el pecho, es demasiado correr. Necesita donde reposar, por eso se apoya en el primer árbol cercano. Observa como los hombres, que vinieron con él, lo rebasan. Sosteniéndose, con la mano derecha apoyada en el tronco de una araucaria, tose y se ahoga con su propia saliva. Respira hondo para recuperar su ritmo cardiaco, cuando nota un picazón terrible en su mano levanta la vista buscando que le provoca tal dolor. Sorprendido encuentra caminando  sobre su mano una enorme araña de color verde tornasolado. Se paraliza por unos momentos pues el animal, es más grande que su mano y casi la ha cubierto toda. A pesar del pánico, logra quitarla ha una velocidad increíble. No tiene tiempo de mirar con mayor detenimiento, al gigantesco  animal, pues oye como  uno de sus perseguidores brama de entre la tupida vegetación. No lo  piensa dos veces y continúa su carrera. No sabe donde ir, como  hacer para llegar a un lugar seguro, solo corre. Sus neuronas lo ayudan a olvidar el dolor bloqueándoselo, con el recuerdo de una promesa incumplida.

     Tiempo  antes.

   -Esta es una excelente oportunidad, para ustedes-. Les dice el viejo casi calvo, canoso en las pocas partes donde el pelo aun subsiste y con lentes demasiados gruesos como  para ser culos de botellas. Todo esto sumado con su baja estatura, un guardapolvo mal puesto,  lo asemeja demasiado  a un preservativo mal puesto.-participando de este proyecto, podrán reducir sus respectivas condenas. Incluso si su desempeño es sobresaliente, sus antecedentes desaparecerán  completamente.

     Al oír estas palabras los cinco presos, estallan en ovaciones, sin dejar terminar de hablar al profesor. Los guardias a cargo del cuidado de estos hombres, se ponen tensos por miedo a que escapen. Uno de ellos sucumbe a esta presión y golpea al viejo Yir, en la  boca del estomago. El anciano cae de rodillas sin aire. Al ver la escena Yor-Koc, corre en auxilio del anciano. Tomándolo de los hombros lo pone de pie, evitando mirar la cara del guardia agresor, para evitar que el bruto se torne demasiado violento. Pues es sabido por todos y en especial por los presidiarios, que debido ha los distintos químicos inyectados en sus cuerpos, estos hombres no pueden controlar sus impulsos violentos. Despacio y con cuidado, sobandole los hombros para darle aliento, aleja al anciano de la maquina de matar.      

    -Bueno señores, les explicare como funciona el trato-. El anciano de las gruesas gafas continua  hablando, sin darle importancia al los acontecimientos.-Primero  deberán firmar la siguiente forma-. Les dice, mientras levanta un papel escrito con múltiples preguntas.-Aquellos que no sepan escribir, alcanzara con hacer una cruz en el final de la hoja. Quiero que les quede bien claro, cuando hayan finalizado  con el experimento todas y cada una de sus condenas serán conmutadas de manera inmediata. Así podrán volver a sus casas, en vez de ser devueltos a la cárcel.  Cuando hayan terminado, por favor, si son tan amables síganme  por este pasillo-. Al terminar de dar  las indicaciones el viejo desaparece por una puerta corrediza, que permanece abierta tras él.

    Curiosamente, la mayoría de estos reos, fueron elegidos por no saber leer ni escribir y aquellos que saben no le dan ninguna importancia. Todos marcan una cruz en sus respectivas hojas, las cuales terminan olvidadas encima de un escritorio.  Se marchan tras el profesor por el pasillo, lo hacen en silencio pues les remueve la mente el transitarlo. Cuando llegan al final del pasillo descubren una estancia, donde hay cinco capsulas en forma  de tubos, en centro un panel con distintos comandos detrás de él se encuentra parado el profesor.    
                           
      -Por favor ingresen a las capsulas temporales-.Siguen ciegamente las ordenes del  profesor. Después de todo por que desconfiar de esté hombre, no hay razón alguna.- Cuando estén en el interior las capsulas se cerraran autonómicamente. Para cuando terminen de acomodarse. No se preocupen si sienten sueño, es solo una medida de seguridad por las presiones del viaje-. Luego nadie escucha mas nada, la oscuridad los envuelve y caen en los brazos de Morfeo. 

      Cuando despertaron, los monstruos ya los estaban esperando, el anciano fue el primero en morir. Estos lagartos lo decapitaron en segundos, eran dos y pelearon por los restos del viejo destrozándolo y comiendo sus partes. Inconformes de su primer alimento, arremetieron contra uno  de los presos que no había despertado. Murió sin enterarse de lo sucedido. Los demás se miraron unos ha otros y echaron a correr como locos.

    Ahora.

     Y así es como Yor-Koc, se encuentra corriendo por su vida, mientras a su espalda se oyen los gritos de dos tiranosaurios clamando  por su comida.  Grita y llora, pide perdón lo que sea por que la pesadilla termine. En plena carrera tropieza con una raíz y cae de frente contra el piso, lleno de musgo. Queda desorientado por unos momentos, se limpia lo ojos e intenta sacudirse el rostro para limpiarse el barro. Cuando, siente que lo comienzan a jalar de la bocamanga de los pantalones. Desesperado y pensando que es uno de los monstruos carnívoros, grita hasta quedarse afónico. Gira sobre la pierna atrapada, para intentar zafarse. Para su sorpresa descubre, que quien lo ha atrapado nos otro que uno de sus compañeros, quien con igual desesperación intenta meterlo dentro de una cueva debajo de un árbol. Abandona cualquier resistencia, incluso intenta meterse por sus propios medios. Una vez dentro, su rescatista inspecciona, para ver si los cazadores andan cerca. Confirmado la ausencia total de los seres bestiales, realizan las presentaciones de rigor.

    -Mí nombre es Cyr.
  
    -Yor-Koc. Gracias amigo. Pensé  que ya me tenían.

    -No  hay problema. Aparte creo que he visto algo extraño. Me parece que nos han mentido. No  estamos en el pasado, seguimos en el presente.

    -¿Por qué dices eso?

    -¿Por qué?. Mira fuera y veras que no hay cielo o no te has percatado.

    -No voy ha salir hasta fuera,  puede haber alguno de esos bichos esperando.

    -¡Oh!. Por favor no  te párese que si estuvieran fuera ya nos hubieran, intentado sacar de acá dentro. Salgo yo y te muestro-. Yor-Koc, asiente con la cabeza, demasiado asustado, como para sopesar la situación. Cyr  le hace seña de que salga. Ambos  terminan, terminan a la intemperie, expuestos, mirando hacia el cielo. Son demasiado imprudentes.

    La paciencia es una virtud del cazador. Con ojos inexpresivos y con cierta impaciencia, esperan que sus dos presas se salgan de la madriguera. Primero lo hacen  de a poco, uno de  ellos asoma la cabeza mira para todos lados, luego se introduce a la  cueva nuevamente.  Unos minutos mas y salen los dos. Miran hacia el cielo, sin percatarse de que los asechan. La velocidad, es otra habilidad necesaria para cualquier depredador y  este lo entiende muy bien. En unos segundos, con las fauces abiertas, el tiranosaurio se abalanza sobre Cyr y lo toma por la cintura sin darle tiempo para reaccionar o siquiera gritar.

    Yor-Koc ve como  se llevan a su compañero, intenta escapar. No  lo  consigue pues el segundo tiranosaurio le franquea el  paso. Yor retrocede espantado. Pero ya no intenta escapar, solo se persigna y le reza a un dios en el  que nunca creyó. Antes de morir despedazado, descubre lo que le había dicho el otro preso. No hay cielo son solo ventanales. Todo era mentira, el viaje en el tiempo y las segundas oportunidades.

    Detrás de las gigantescas ventanas, hay dos hombres que conversan animadamente, sobre sus éxitos. Uno de ellos es joven y viste un uniforme militar el otro es viejo profesor de gruesas gafas, calvo y que de lejos párese un preservativo. Debajo de ellos dos seres prehistóricos, logrados a base de  investigaciones biológicas, comen carne fresca. Desde la profundidad, con ojos amarillos e inexpresivos, pero a la vez impacientes, miran los ventanales y aprenden.

   Fin.

Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi  
   
             

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