ornella vilaro

martes, 4 de enero de 2011

mientras pienso XIV


BARRIO PARQUE OESTE

   Durante mi infancia la vida en Barrio Parque Oeste, también conocido como Barrio General Olmedo, fue muy dura. Los enfrentamientos armados marcaron mi infancia. Todos los niños sabíamos, que las tres de la tarde era la hora señalada. Día a día nos reuníamos con nuestras  bandas y marcábamos los parámetros para los letales enfrentamientos. Primero se delimitaba el territorio, cosa no demasiado difícil pues vivíamos en una cortada, así es como nuestro pequeño poblado del Far-West tomaba forma. Por segundo se dejaba claro la completa inexistencia, por razones de época, de ametralladoras, granadas o bazucas y así evitamos posibles conflictos, pero siempre existe algún desubicado. A Carlitos Martínez, por ejemplo, casi  lo expulsamos ha él solamente se le ocurre tirar una mina anti-persona, en pleno duelo entre dos  Cowboy. Otro punto de discusión, fue la utilización de escopetas o rifles Winchester, se decido con el  tiempo que si podían usarse, solo en caso necesario.

   Los  revólveres, por comodidad e impacto se fueron convirtiendo en nuestras armas, preferidas. Todos y cada uno eran Colts 45, aunque las formas variaban. Algunos le daban forma con solo dos dedos, extendiendo el índice y levantando el pulgar. Otros   encambio hacían huso de tres dedos, arma donde al índice se le suma el dedo medio, formando de esta manera un potente revólver. También con el tiempo comenzó a aparecer una versión mucho más potente y cómoda, formada también por dos dedos, el índice y el pulgar, pero su forma era completamente distinta, puesto que ambos se doblan en sus falanges, reconociendo de esta manera la existencia del gatillo.

   Como ya indique antes, la locación de nuestros  enfrentamientos era la calle donde vivíamos, pero abecés realizábamos excursiones a la plaza del barrio. Estas expediciones eran realmente como  viajar al desierto. Allí ingresaban a nuestro imaginario los indios. Lamentablemente los arcos y flechas eran demasiado caros para nuestros padres. Sumado a que nadie quería ser indio,  los  enfrentamientos comenzaban a los tiros, continuaban a los ramazos y terminaban con la mitad llorando, por los certeros golpes de los aborígenes o en un picadito de football.

   En definitiva estos desgarradores enfrentamientos concluían tan solo con una frase clave. ¡O ya me canse!  ¿Y si jugamos a otra cosa?

Fin

Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi    
           

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