SEÑORES OSCUROS
Caminan en línea perfecta por calles y avenidas. Sus rostros permanecen ocultos bajo unas aparatosas mascaras. Dos caños flexibles nacen de ellas se conectan a tubos de oxigeno ubicados a sus espaldas. Sus ojos permanecen ocultos por gafas oscuras. Las cabezas de estos seres están descubiertas, como provocando a posibles atacantes. Pero nadie se anima a combatirlos. Se supone que son humanos, pues sus cuerpos se encuentran cubiertos por enormes gabardinas que llegan hasta el piso. Entre sus manos enguantadas sostienen armas similares a fuciles. Parecen mantis religiosas, mostrando sus letales aguijones. Siguen avanzando nadie, los detiene.
Mucho se ha especulado como seria el fin de la humanidad, jamás se pensó que la eliminarían como una plaga. Muchos han intentado resistirse pero no poseen organización o armas para vencerlos. Los ejércitos se ven diezmados ante el creciente numero de estos seres. Pocos combates pudieron afectar a esta marabunta, donde se elimina uno dos ocupan el lugar. Algunos intentaron humillarse ante ellos demostrando sumisión, ofreciendo regalos, información, sus cuerpos. Pero parecen no tener lideres y estas ofrendas son hechas ante la línea de avance, jamás los consideran, se limitan a golpearlos y pisotearlos, matándolos bajo sus numerosos pies.
Talvez este final humillante es lo que tenemos merecido. Nada de invasiones estruendosas invasiones o grandes y piadosos meteoritos. Solo una purga silenciosa, una limpieza del planeta, para la siguiente especie dominante. Quien diría que el siclo vital estaba dado por fumigadores estelares. Supongo que esto sucede cuando las cucarachas y demás alimañas se hacen plaga se fumiga eliminándolos.
Aun así nosotros los insectos reclamamos nuestra dignidad e intentamos convertirnos en letales escorpiones. Por eso a pesar de estar perdida reclamamos nuestro derecho a la lucha. Resistimos, perdemos amigos, familias y aliados. En nuestra segura derrota, estamos aquí de pie esperándolos. Los pocos, solo pedimos caer con la frente alta.
Fin.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
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