Shhhh
Tendría que
contarlo. Después de
todo, para algo
estoy haciendo esto,
digo, lo de
escribir. Aunque tal
vez sea mejor
dejar las cosas
como están, total
ya tienen un
culpable ¿por qué
darles otro?. La
situación es difícil
de explicar, ni
les cuento lo
que seria entender
lo que hice o porque
lo hice. Prefiero
que estas líneas
queden como los
desvaríos de un
loco. Pero también
esta la posibilidad
de que me
crean, incluso también
lleguen a entenderme.
El ultimo punto
seria peor para
ustedes, imagínencen, entender
y apoyar e
una persona como
yo.
Por favor,
les voy a
contar todo, solo
les pido un favor no
vayan directo al
final. Oigan todo
los que voy
a decirles… mejor
dicho lean toda
la historia. Después
hagan lo que
deban hacer.
Tengan en
cuenta, solo intento explicarles
el por que,
no pretendo justificarme, mucho
menos arrepentirme. Se que esta
mal hacerlo. Sin
embargo fue la
única solución que encontré en
ese momento.
Bueno, empiezo
a contarles. Todo
empezó una mañana,
no tenía que
ir ha trabajar me
encontraba de franco.
La noche anterior
había decidido despertarme
temprano, para poder
dedicarme a escribir
algo para subir
al blog. Como
todas las mañanas
el despertador sonó
y yo lo
ignore, como todas las
mañanas. Molesto, cansado
por una mala
noche de sueño.
A pesar del
frió matinal, mí
cuerpo había tomado
la mala costumbre
de producir un
desmedido calor, supongo
que algún día
de estos debería
ir al medico.
La cuestión es
que me encontraba
con la computadora
encendida, aspirando aire
helado y ardiendo
por dentro. La
cuestión es que
estaba sentado con
mi mejor cara
de idiota, mirando
el monitor de la PC. Lo cierto
es que no
me pasaba, una
puta idea por la cabeza.
En una intensiva
búsqueda de inspiración,
mire por la
ventana que da
a la calle,
allí vi en
la vereda a
una de mis
vecinas barrer. En
defensa de ella
puedo decir que
a simple vista
parece una persona
simpática. Cuando la
llegabas a conocer
descubres, a una
persona resentida que
barre la calle
en contra del
viento para ahogar
en tierra a
toda persona desprevenida
con la suficiente
osadía de pasar
frente a su
casa. Es curioso
pero al verla
barrer las hojas,
una chispa de
inspiración surgió en
mi cabeza. Describí
minuciosamente lo que
ella hacia, resulto
en un párrafo
de seiscientas palabras
bastantes prometedoras, pero me hacia
falta algo de
pimienta. Cuando la
divise intentando entrar
a su casa,
la vivienda intentaba
a toda costa
evitarle el ingreso.
Era evidente que
ni su propia casa
aguantaba la terrible
cara de culo,
de este hediondo
vejestorio. Tome un
destornillador y salí
a ofrecer mi
desinteresada ayuda, de
mala gana acepto.
Mientras forzaba la
cerradura, sentía la
mirada del viejo
cardo. Cuando conseguí
abrir la puerta
hice un ademán
exagerado, como si hubiese ganado
el premio mayor.
La vieja me
empujo de un
codazo, ni gracias
me dijo. Abrió
la puerta de
par en par
e ingreso a
su casa. Yo
mire, para atrás, nadie me
prestaba atención. A
los gritos agradeciendo
una invitación que
nunca existió, me mande
adentro de la
casa.
Peche a
la vieja adentro,
la hice caer
al piso. Es
curioso como afecta
el organismo a
los ancianos, por
efecto del golpe
la mujer no
pudo esgrimir grito
alguno solo abría
y cerraba la
boca, asiendo un
ruido ronco. Aprovechando
el momento de
impotencia de mi
victima, le pise
la mano izquierda.
Hace un tiempo
alguien me comento
que los huesos
de los ancianos
de cierta edad, tienen
la misma densidad
de las cáscaras
de huevos, y
la verdad quería
probar si era
cierto. Era cierto,
las falanges de
la mano del
vejestorio se deshicieron
debajo de mi
pie, la sensación
fue increíble. Perdón,
debo obviar cualquier
sentimiento. Curiosamente la
mujer ya no
intento gritar, solo
lloraba. Debe ser
por eso de
que los viejos
esperan la muerte,
pero cuando le
hundí el destornillador en
la garganta, podría jurar
que me lo
agradeció. Estuve un
rato viendo haber
que mas podía
hacer. Me adelante,
le clave demasiado
pronto el destornillador en una zona
letal. Les aseguro
que para las
siguientes corregí ese
detalle. Bueno, me estoy
yendo por las
ramas. La historia
es la de la vieja
cara de culo.
Después que se
desangro descubrí, que
no sabia como
salir de ese
lugar. No tarde
en encontrar la
solución al problema.
Metódicamente busque una
silla senté a
la señora en
ella, por cierto
estaba bastante bien
comida pues su
peso era considerable,
la senté en un rincón
para que no
se caiga la
apoye contra una de las
paredes. Luego eche
agua con lavandina
y detergente, el
vapor provocado por
la mezcla me
produjo nauseas casi
me descompongo. No
estoy seguro de
que mi limpieza
borrase alguna huella,
solo lo hice
para poder pechar
el charco de
sangre así el
patio interno de
la propiedad. Luego
corrí a la
vieja con silla
y todo hasta
dejarla frente a la puerta
de salida, coloque
una lámpara con
pantalla detrás de
ella y apague
cualquier otra luz.
Así pude cubrirme
si cuando yo
habría la puerta
alguien miraba adentro,
esa persona solo
vería la silueta
de la mujer
sentada despidiéndose de
su benefactor, es
decir yo. Lleve a
cabo la huida.
Curioso nadie intento
mirar adentro o
siquiera notaron que
yo salía de
la casa.
Increíble, pero
les juro que
si yo no
llamaba a la
policía. Llamada anónima
obviamente. Pero sino
llamaba diciendo que
de la casa
de la vieja
salía mal olor,
nadie se enteraba
de que la
momia se había
muerto. Patético lo
de esta sociedad.
Hablemos de mí,
después de que
volví a sentarme
frente al monitor
descubrí una inspiración
única. Comencé a
subir historias diarias
al Log, llegue
incluso a publicar
tres libros de
un éxito decente.
Ahora, ustedes se
preguntara por que
cuento esto, fácil
estoy por publicar
un cuarto libro
y necesitaba un
final. ¿Qué les párese
esté? Se que
al principio parecía
tener una intención
de buscar una
aceptación por parte de
ustedes. Pero solo
era eso, un
principio. Un tibio
principio para un
gran final. ¿Y,
qué les párese?
Fin.
Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi