POLICÍA
Desde hace diez años en la ciudad de San Marcos, capital departamental, se creo una policía paralela, la cual tiene la función de controlar el trabajo de la fuerzas tradicionales. El procedimiento es sencillos mientras los detectives realizan su trabajo de investigación en cualquier lugar del crimen la policía científica, autodenominada así para diferenciarse de lo forenses, realizan la toma de diversas muestras. Muestras utilizadas para realizar diversos estudios sobre la delincuencia, también conocida como terrorismo urbano. Los estudios son tanto teóricos como prácticos, incluso se han recibido denuncias de estudios químicos realizados sobre delincuentes. Estas denuncias siempre fueron desestimadas por falta de pruebas, a pesar del aumento de presos lobotomizados. En un principio muchas organizaciones de lo derechos humanos se opusieron a la creación de esta policía paralela, pero la estadísticas de la delincuencia aumentaban con tal velocidad que muchos abandonaron la lucha y enfocaron sus esfuerzos en otros temas. Temas que no molestaban a los intereses monetarios implicados en la nueva fuerza investigadora. A lo largo de los años la policía científica a ido ganando territorio en la escena del crimen, paso de ser un anexo para corregir errores investigativos a ser un unidad completamente independiente que nisiquera responde a los mandos convencionales, solo lo hacen ante Adolfo Blump su padre creador.
Alberto Carasso, tiene cerca de veinte años en las fuerza, siete como inspector. Siete años en los cuales nunca ha podido hacer otra cosa que levantar informe, sobre los restos que dejan la policía científica. No retiran nada de la escena del crimen, solo toman muestras, pero todo aquello que no pueden retirar se encargan de destrozarlo y adulterarlo para no dejarle margen de acción a la policía. Alberto, los ve rodeando el cuerpo como lobos hambrientos, se siente ridículo esperando del otro lado de la cinta. Pues como el comisario Sandor es amigo personal de Adolfo Blump le da prioridad a los investigadores de este ultimo. El inspector sonríe de soslayo al pensar, que ellos como fuerza de la ley no pueden intervenir por que la ley se los impide.
-¿Y, qué le párese?- dice un voz conocida detrás de Carasso.
Carasso sobresaltado mira a un costado, descubriendo a su compañero quien se había acercado sin que él notase. Acomodándose el saco Carasso vuelve a mirar hacia el cuerpo, recién despejado por los investigadores.- Me párese que va ha pasar lo mismo de siempre, esto destrozan toda la escena, nosotros no sabremos quien es el finado, lo terminaremos clasificando como un NN. Ellos pasaran un informe, diciendo que fue un desorden compulsivo provocado por valla uno a saber que químico. Caso cerrado. Nosotros seguimos sin servir para nada y volvemos a nuestras patéticas casas, con nuestros miserables sueldos.
-Es neuronal genético en el lóbulo frontal derecho-. Corrige Oscard, compañero de Carasso
-¿Qué?-. Pregunta Carasso
-Que es un desorden neuronal genético en el lóbulo frontal derecho-. Repite Oscard señalándose la frente con el dedo índice.
-Bha, donde fuere que fuese.
Los minutos pasan con lentitud, los siniestros hombres de la policía científica trabajan sin detenerse tomando muestras de cabello sangre y demás. Los dos inspectores miran del otro lado de la cinta. Parecen una versión oscura y melancólica del gordo y el flaco. Pues Carasso es un hombre de contextura grande, con un prominente estomago criado por años de mala alimentación, unos pocos cabellos negros y una barba de tres días que párese una con su cabeza en marcan en su rostro redondo. Oscard por otra parte es la antitesis de su compañero, de baja estatura, rostro delgado algo alargado, cabello rubio abundante. Oscard se impacienta y llama con un gesto al encargado del operativo, un petiso feo y chueco, esté se acerca con una sonrisa falsa sin pasar la cinta se pone al lado de los inspectores. Oscard le dice algo en oído que Carasso no puede oír, pero al petulante científico le borra la sonrisa.-Aun así deberán esperar señores-. Le replica a Oscard, en voz alta par que todos lo oigan, luego se aleja. Oscard sonríe a placer.
-¿Qué le dijiste?-. Pregunta intrigado Carasso.
-Nada, nada.
-Vamos, hombre. ¿Qué les dijiste?-. Insiste Carasso a Oscard.
-Que se apurasen porque tú hace un año, que no tienes relaciones sexuales y los guardapolvos blancos, que visten, te excitan.
-¿Qué les dijiste qué?
-Si, le dije eso y este idiota me dice que esperemos lo mismo. Me párese que le gustas Alberto.
-Ese enano deforme. Si algún momento de mí vida me hago homosexual espero tener mejor gusto, que eso-. Ambos ríen a carcajadas, para sorpresa de los presentes en el techo, especialmente el petizo.
Cuarenta minutos transcurren antes de que la policía científica abandone la terraza, dejando ingresar a los inspectores. Oscard es el primero en acercarse al cadáver, sin mirar a Alberto comienza a citar las características del finado. Unos pasos más atrás Alberto toma nota.
-Sexo masculino, caucásico, un metro sesenta, entre catorce y quince años, difícil de precisar. Muestra signos de delgadez extrema, creo que es desnutrición, no se, los informes del forense y la policía científica, lo aclararan. Causa aparente de la muerte muestra barias heridas de balas. Según declaración de los policías intervinientes se dispararon tres veces para inhabilitarlo. Hay cuatro orificios. Uno en la rodilla, dos en el tronco, uno en la cabeza. Muestra señas de haber recibido golpes. Extraño.
-¿Qué?-. Pregunta Carasso.
-Los golpes fueron propinados por nuestros compañeros, en un intento de detener al delincuente, cuando este continuo queriendo escaparse a pesar de los disparos recibidos. Sinembargo un de los tiros le pego en la cabeza. Nadie se puede levantar con los sesos esparcidos por ahí.
Carasso camina alrededor del cuerpo mirándolo con atención, luego de unos momentos habla.- A de ser por su cabeza dura. El balazo no tiene orificio de salida y cualquier arma reglamentaria le tendría que haber arrancado medio casco.
-Es mas el agujero de ingreso es demasiado pequeño, pero profundo-. Dice Oscard mientras mira de cerca la frente del joven.
-Eso quiere decir, que alguien más le disparo. Pero nadie subió después de los uniformados y antes de los científicos.
-¿Seguro?. La única guardia que quedo fueron dos policías en la puerta de calle-. Analiza Oscard.
-Pero quien podría haber sido, después de todo no es mas que un adicto que robo unos medicamentos de un deposito-. Carasso se detiene y comienza buscar por todos lados.- ¿Y, los medicamentos?. No están-. Pregunta a su compañero, esté lo mira con sorpresa.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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