MESA DE ENTRADA
Lo primero que hizo Oscard fue salir corriendo edificio abajo en busca de la policía científica. No los encontró, en la puerta de ingreso al edificio solo estaban dos custodios uniformados, los cuales fumaban un cigarrillo. Ofuscado Oscard toma la radio del coche patrulla e informa a la central de la irregularidad. Después de diez minutos le contestan, que se mantengan en la escena del crimen hasta la llegada del comisario Sandor. Oscard ya fuera de si deja a Carasso custodiando el cuerpo, toma el coche patrulla, bajo las protestas de los uniformados, y sale quemando gomas hacia la central de E.F.D. (Estudio del Factor Delicuencia). Tarda muy poco en transitar las cincuenta cuadras hasta la central de E.F.D., la madrugada le deja despejadas las calles. Se detiene frente al coloso de cemento y vidrio, no pude evitar el pensar de cuanto dinero sea tirado para construir ese adefesio contra natura. El edificio en si no dice mucho, pues es un cubo recubierto con vidrios oscuros y base de cemento, párese un hotel cinco estrellas. A Oscard se le escapa una sonrisa al pensar que él cumple funciones en un precinto venido abajo, sobre un escritorio que tiene como pata un ladrillo robado a una construcción cercana. Finalmente abandona las cavilaciones innecesarias y se dirige al interior del E.F.D.
Hace mas de tres años que Clara trabaja como recepcionista en el E.F.D., por esta razón se encuentra perfectamente capacitada para reaccionar ante la presión de cualquier persona o eso pensaba ella. Cuando aquel hombre de cabellos rubios, no muy alto y de rostro que le así recordar a un casi olvidado de la adolescencia, Clara se sintió extrañamente atraída hacia él. Incluso comenzó a atenderlo con cierta confianza, familiaridad. Pero el encanto se perdió cuando el le pidió con tono brusco y lejano, hablar con los operativos que recientemente volvían de un operativo. Ella, manteniendo la amabilidad, le negó el acceso al personal sin una sita previa, como el reglamento le exige. No termino de explicarle la situación que Oscard se identifico como policía, poniéndole la placa frente al rostro de la recepcionista. Clara se molesto por la actitud prepotente del individuo, aun así e mantuvo la calma y volvió a explicarle que ella se hallaba imposibilitada en facilitarle el acceso. Oscard respondió con una protesta y comenzó a gritarle a Clara
Muchas sensaciones invadieron a Oscard ante la mirada fija de Clara, la cual hallándose en desventaja, procedió a llamar atravez del intercomunicador al personal de seguridad interna. Una necesidad comenzó a nacer en el policía, la necesidad de retorcerle el cuello como un pollo a esa urraca. Ignorando lo sucedido Oscard se encogió de hombros, giro sobre sus talones y enfilo hacia los ascensores, con solo una idea en la mente, entrar como sea.
La actitud de Oscard puso furiosa a Clara, quien solo pudo traducir de la única manera que podía y sabia. Grito. Una andanada de insultos nacieron desde su garganta. Insultos que no surtieron efecto en el inspector, quien continuo caminando. El escándalo, armado por la recepcionista, provoco que los guardias apuraran el paso y llegasen a la puerta del ascensor antes que Oscard. El inspector observo a los dos robustos hombres que se le interponían. Estupidamente quiso seguir avanzando. No había dado un paso entre los dos hombres cuando fue, literalmente, empujado haciéndolo trastabillar sin llegar a caerse. Apartado Oscard frunció el seño y apunto su vista sobre uno de los guardia que le sonreía. Sin mediar palabra alguna, el inspector, arremetió con un gacho de derecha. El puño hizo impacto en la mandíbula del guardia, provocando que su cabeza girase hacia la izquierda. Este se incorporo de inmediato frotándose la parte afectada y manteniendo la sonriendo. Viendo al policía a tiro, el guardia le devolvió la amabilidad anterior, con el dorso de la mano marco una elipse, hasta el rostro de Oscard, tirándolo al suelo. Viéndolo caído en el piso completamente desparramando, los dos guardias rompieron en carcajadas.
La furia del oficial, ante tal humillación, que mientras se ponía de pie desenfundaba el arma reglamentaria. Apuntando a los dos guardias invoco su autoridad, como inspector de policía, haciéndolos apartarse de las puertas del ascensor. Seguro de haber conseguido su objetivo avanzo con una sonrisa de triunfo, hacia el ascensor. No conseguir subir, una voz de alto lo detuvo. Reconoció la voz de inmediato, era el comisario Madeo Sandor. con gesto de pena, el inspector, se cubrió el rostro y giro hacia la puerta de ingreso para enfrentarse al comisario.
Sus pasos eran firmes y sonoro asiendo notar su autoridad. Avanzo con la vista fija en Oscard quien había guardado su arma y permanecía mirando el piso. Respirando sobre la cara del inspector y con gesto de asco Sandor pregunto.-¿Me podrías decir donde se metió el idiota de su compañero?
En el horizonte despuntaban las primeras luces antes del amanecer, el mundo se hallaba en penumbras, una aparente tranquilidad reinaba sobre la ciudad. En el edificio central del E.F.D., Oscard se sentía confuso y asustado.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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