LA HONESTIDAD
OBLIGA
Durante quince
años de carrera,
incluso antes de
comenzar a ejercer,
Juan Cruz siempre
decía, LA HONESTIDAD
OBLIGA.
Así fue, basó
su carrera y su
vida misma en ser honesto.
En el periodismo
era conocido por
ser implacable, honesto
y recto, jamás
dejo de dar
una noticia, nunca
acepto soborno alguno.
Su periodismo de
investigación era implacable,
trafico, mafias y
políticos deshonestos, fueron
sus blancos habituales.
Adquirió muchos enemigos
por suerte, nunca
pasaron de amenazas.
Por esta razón
Juan Cruz parecía
creerse indestructible, sus
informes seguían apareciendo
en los diarios
de todo el país, televisión,
radio e incluso
Internet se hacían
eco de las
impactantes noticias.
Todo no
fue un lecho
de rosas para
Juan Cruz, pues
las constantes amenazas
recibidas provoco el
pánico en su
esposa, y esta
tomo la decisión
de abandonarlo temerosa
del entorno que
la rodeaba. La
vida y la
carrera de Juan Cruz
dieron un vuelco,
pues se termino
dando a la
bebida, abandono cualquier
contacto con el
resto de la
humanidad. Hasta tal
punto se sumergió
en el mar
del alcohol y
la autocompasión, que
por hallarse ebrio
no asistió al
funeral de su
madre. Algún psicólogo
lo achaco al
egoísmo del hijo
único, lo cierto
fue que él
se entero recién
dos semanas después,
en un tenue
momento de sobriedad.
Fue duro
para el otrora
implacable periodista, pero
aun así pudo
salir del vicio,
convencido de que
ya nada tenia
que perder decidió
volver al ruedo.
Su vuelta fue
impresionante y polémica.
Durante cinco mese
estuvo infiltrado entre
los operativos de
una célula surgida
de uno de
los cuerpos disidentes
de la policía.
El primer articulo
surgido de esta,
provoco la muerte
de editor del
diario, luego siguieron
una serie de
amenazas donde ponían
precio a la
cabeza de Juan
Cruz. El periodista
tuvo que huir
de su ciudad
natal, aun así
su ex esposa
fue acribillada a
balazos en plena
calle.
Juan
Cruz huyo durante
varios días sin
poder encontrar donde
estar en paz.
Mientras más se
internaba en el
país, más controlado
estaba por los
grupos de narcotraficantes. Juan
Cruz llego a
la conclusión de
que el gobierno
ya no existía,
los valores sobre
los cuales se
había fundado este
país estaban completamente
absorbidos por una
nube de polvo
blanco. Desesperanzado, volvió
a tomar la
botella de la
perdición, durante cinco
años espero sentado
en un bar.
La muerte se
negó a encontrarlo
durante todo ese
tiempo. La sensación
de no haber
dejado huella en
el mundo lo
había embargado. No
hay nada peor
para un hombre
que no haber
dejado marca en el mundo,
ya nadie lo
recordaba.
La verdad
que su muerte
fue muy rápida.
El hombre de
camisa floreada se
sentó en su
mesa pidió un
trago de wishky,
lo miro y tan solo le
hizo una pregunta.
¿Y,
SI DECIDES VOLVER
A HABLAR?
Juan Cruz
no respondió, solo
levanto su cabeza
y le sonrió.
Con las primeras
luces de la
mañana siguiente, la
cabeza cercenada de
Juan Cruz amaneció
junto a otras,
mirando al destacamento
municipal. Curiosamente mostraba
una sonrisa, sin
gesto de dolor
o temor. La
mayoría de los
transeúntes no notaron
este ultimo gesto
de soberbia y
rebeldía, tan solo
optaron por agachar
sus cabezas para
no mirar lo que
el futuro le
deparaba a ellos.
Fin.
Autor: Nicolás
Vilaró-Tronfi
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