PÉRDIDA
Alcohol y
tabaco, son la
compañía de la
noche. Me siento
en una mesa,
hago una seña
al mozo este
se acerca sin
ofrecer sonrisas falsas,
se lo agradezco en
silencio, recibe mi pedido
con un movimiento
de cabeza. Esto es
lo que me
gusta de la
noche, nadie se
molesta en ocultar
su mal día
detrás de una
falsa cara, casi
sin quererlo son
sinceros con el
mundo que los
rodea.
Alguien pone
una moneda en
la vitrola y
Charles Brown, como
si me hablase
a mí, se
digna a anunciarme
una negra noche.
Debido a la
tardanza del mozo,
los recuerdos que
vine a ahogar
toman la delantera.
Casi la veo
sentada en la
silla del frente,
hablando de manera
alborotada como siempre,
contándome de su
día haciendo una
pausa solo para
sonreír tiernamente. Para
acompañar la imaginada
escena, las aves del
paraíso de Charlie
Parker saltan de
los parlantes rodeándome,
tratando elevarme a
un lugar que
gracias a ella
jamás volveré. ¿Cómo
olvidarla? Cómo puedo olvidar
su rostro de
muñeca de porcelana.
No puedo, no quiero
olvidar sus ojos
color inmensidad, aun
así recordarla me
duele y debo
de buscar anular
ese dolor.
El mozo
alfil decide traerme
mí terapia. Le
pregunto si puedo
fumar, con su
blanca mano me
invita a sentarme
en la mesa
al lado de la ventana,
tomo la botella y
el vaso y
lo hago. El
primer vaso tarda
en llenarse, pero
se vacía a
la velocidad de
la luz. Prendo
el cigarrillo el
cual arde como
el sol. Despacio
pretendiendo que es
mí alma, dejo
escapar el humo
de entre mis
labios. Veo la
gente pasar, al
verlos abrigados me
percato de que
hace frió. Yo también
debería sentirlo, creo
que me estoy
volviendo insensible. Entre el
ruido de los
autos siento a
Billie Holiday contando
como al día
sigue a la
noche, pero luego
de la noche
viene otro día.
Algunos descubrimos
que la noche
se vuelve eterna
fácilmente, especialmente cuando
estas de luto.
El manto de melancolía en
el que te sumerges es
eterno, seguramente alguno
dirá que lo
duro es el primer año.
Lamentablemente no saben
que la tristeza
te acompaña durante
toda tu vida,
pues lo peor
no esta en
lo vivido sino
en aquello que
pudiste disfrutar con
ella y ya
no esta. Solo
tu, camina entre
las mesas interpretada
por una mujer
de voz cascada.
Solo tu, así
es nunca hubo
otra y no
lo lamento. No
podría remplazarte y
ellas jamás podrían
competir con tu
recuerdo. Hay quienes
lo intentaron pero
tu eres mas
fuerte y te
niegas a ir.
Las primeras
luces de la
mañana aclaran el
cielo, descubro sorprendido
que los hielos
del vaso han
desaparecido, la botella
se encuentra bacía
y que tan
solo me quedan
dos cigarrillos, los
suficientes para llegar
a casa. La
luz del sol
y yo nonos
llevamos. Dejo el
pago debajo de
la botella.
Visto con
el luto, el
aire que me
rodea es azul
melancolía, abandono el
bar, Ray Charles
me despide con
Georgia on my mind,
lo entiendo se
lo que es
tener al ser
amado en la
mente.
Fin
Autor: Nicolás
Vilaró-Tronfi
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