GERMÁN
El ardiente pavimento atraviesa los las delgadas suelas de sus delgadas zapatillas, las cuales se encuentran sostenidas por bolsas de plástico, esas que dan el los supermercados y luego la gente desecha. El calor se ríe de estos improvisados intentos de aislantes, generándole unas atroces ampollas en los pies. Pero Germán intenta por todos los medios ignorar el calor, el dolor que este le provoca, las ampollas que se generan y revientan en tan solo unos instantes. En realidad hoy no le importa nada, lo único que quiere es llegar con los demás y contarles todo. Entregarles la comida que ha podido comprar. Por primera vez en mucho tiempo no comerán cosas podridas. Le cuesta poco perderse en sus pensamientos, mientras camina, la alegría crece dentro de él lo enceguece. Todo lo que pasa a su alrededor se vuelve borroso. Aprieta la bolsa que sostiene en su mano derecha y retrocede en el tiempo, recordando cuando consiguió la plata.
<<Eran las siete de la mañana, Germán estaba escarbando en la basura de Ruben´s. Siempre le ha gustado ir allí, no por que consiga mucha comida, por lo general es poca y nada realmente aprovechable, el interés esta en que ve pasar mucha gente. Al estar cerca del centro y bastante lejano de las zonas criticas de la periferia, las personas, los automóviles que por allí transitan son muy variados. Aparte es ignorado casi por completo, de los únicos que debe cuidarse es de los empleados del restaurante. Aun así el ambiente es mucho mas calmado, si subiese unas cuadras arriba seguro que conseguiría mas comida pero tendría que lidiar con la policía.>>
<<Aunque, Germán, a esa hora no se encontraba con animo para prestarle atención a su rincón del mundo. La noche anterior fue demasiado movida para él, la muerte de Juan, el traslado de los niños a otro lugar, uno mas seguro donde pasar el día. Después del traslado, uno de los niños enfermos empeoro y Pilar se tuvo que quedar a cuidarlo. Por eso Germán salio solo a buscar comida y eso lo enojo enormemente. Pero pronto el enojo dio paso al cansancio. Es así que decidió sentarse un rato en el cordón de la vereda.>>
<<Primero no noto al hombre que se acercaba, a paso firme y relajado. Germán estaba completamente concentrado en lo que sucedía en la vereda de enfrente, donde acotensia una escena realmente cómica. Allí en la vereda de enfrente, una mujer cargada de bolsas, que penosamente pechaba un carrito con un bebe y a la vez intentaba controlar un niño de uno tres años quien tiraba de su pollera, increíblemente consiguió cruzar veinte metros en un tiempo record diez minutos completos. La acción era realmente dificultosa pues sumado a que el niño mayor tiraba de la pollera de su madre constantemente, el cual solo paraba para salir corriendo hasta el cordón de la vereda lo cual le provocaba un ataque de pánico a la mujer, el mas pequeño insistía en tirar el oso de peluche. Asiendo uso de una habilidades acrobáticas impropia de una ama de casa la mujer levantaba el juguete de paño del piso y lo arrojaba dentro del carrito, para luego incorporarse sin que se le caiga o desfonde ninguna de sus bolsas. Esta acción se repito durante cinco veces hasta que la mujer se cansó, coloco el osos dentro de una bolsa, tomo del brazo al pequeño que ya emprendía la fuga y le dio una cachetada en la nalga derecha. Tales acciones de represión por parte de la madre provoco la rebelión de ambos niño, los cuales elevaron sus llantos al cielo. Provocando la completa indiferencia de la madre quien con una hermosa cara de culo continuo su camino, ahora mas liviana.>>
<<Unos potentes pasos hicieron que Germán girara, dando con el hombre de traje quien pasaba detrás de él. Quedo mirándolo pasar, vio como intentaba colocarse una billetera en el bolsillo de atrás del pantalón. Luego de varios intentos infructuosos la billetera fue a dar al piso. El hombre siguió caminando sin darse cuenta de que había perdido tan valioso objeto. Germán noto de inmediato la perdida y salio a la carrera sin pensar en nada tomo la billetera. La lógica de su condición social, la razón del hambre, su posición dentro de una sociedad que lo considera nada, le sugerían mas bien le ordenaban que salieran corriendo en una dirección opuesta a la del dueño de la billetera. Pero Germán nunca se movió por los prejuicios de los demás. Después de todo es solo un niño bueno que la vida lo ha superado. Por esta razón corrió presuroso hacia el dueño de la billetera y llamándolo repetidamente consiguió que este detuviera su marcha. Este giro y al ver al joven corriendo en su dirección pensó que era un punga, luego advirtió la billetera que este llevaba en su mano. Inmediatamente reviso su bolsillo trasero. Con una tímida sonrisa Germán le tendió la billetera, dejándosela casi en la nariz. El hombre un poco incomodo por aquello que había pensado y otro por que casi le hacen tragar su propio dinero. Germán le dejo la cartera y se dio la vuelta. Antes de que pudiera alejarse el hombre le puso una mano en el hombro, Germán se apichono y pensó que llamaría a la policía. Pero no, cuando se dio la vuelta el hombre le mostraba un billete de 100, con velocidad inusitada le coloco el dinero en la mano derecha y luego se marcho. Era la primera vez que Germán sentía algo así dentro de él, era alegría. Si hasta lloro mientras caminaba hacia almacén donde compro la comida.>>
Antes de llegar a la casilla donde estaban los demás niños, Germán hoyo un grito que lo saco de sus recuentos de los sucesos de la mañana. Desorientado miro para todos lados tratando de descubrir ¿quién gritaba?. Sus dudas fueron aclaradas de inmediato, pues un policía se detuvo delante de él con los brazos en forma de jarra. Si mediar palabra el oficial lo tomo del cuello y lo arrojo contra la pared. Las bolsas donde tenia la comida estallaron desparramando el contenido por toda la vereda. Antes de caer en la inconciencia, Germán vio dos cosas, al almacenero que le gritaba y el puño del policía. Germán nunca supo distinguir la plata falsa de la verdadera.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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