EL PELIGRO
DE LOS ENCENDEDORES
Don Manrique
se hallaba preocupado
pues Estelita estuvo
distante algo reacia
a realizar las
tareas de la
mañana. En celo
no se hallaba
pues el toro ni se
acerco. Al mediodía, Manrique
decidió llamar al
veterinario, pues vio
a Estelita parada
en el medio
del corral, como
si oteara el
horizonte.
El medico
veterinario, llego en
una vieja y
desvencijada F-100. El veterinario era
un hombre robusto,
de escasa estatura,
de una calvicie
orgullosa y una
abundante barba. Don
Manrique siempre se
pregunto como hacia para
llegar a los
pedales, al verlo
bajar del vehiculo
desvelo el misterio. Puesto
que al descender
de la camioneta
se le engancharon
los cuatro almohadones
que utilizaba para sentarse
en la pierna
izquierda y los
tiro fuera de
la cabina. Manrique
hizo como que
tocia para evitar
reírse de la situación. El
veterinario tomo el
maletín de la
caja de la camioneta y
a paso de
paisano que le
han robado el
caballo encaro para
el lado del
establo.
-Mire doctor
la traje para
acá por que
la veo rara
como desganada.
El medico palpo
al animal primero
en las ubres
para ver si
no tenia ninguna
infección, luego continuo
con unos masajes
en el estomago
del animal. Apoyando
la oreja en
la panza del
animal, sonrió como
quien realiza un
gran descubrimiento.
-Esta empastada
Manrique.
-¿Seguro?
-Si pero
preferiría corroborarlo-. El
veterinario se coloco
detrás del animal,
mientras le hacia
señas al productor
para que este
se coloque cerca
del estomago del
animal.-Cuando yo le
diga usted le
patea la panza
a la vaca.
-¿Cómo?
-Si, si
no le va pasar nada
tiene el estomago
estirado por el
aire del pasto
mal digerido y
le hace falta
una presión fuerte
para que lo
expulse.
Don Manrique
dudoso por el
extraño remedio del
facultativo le dio
una patada. Nada
paso. Preocupado el
veterinario por la
pasividad del animal
tomo su encendedor
plateado a mecha
y encendido lo
acerco al ano
del animal.
-Vamos hombre
patee con ganas
párese que cuidara
mas al animal
que a su
esposa-. Dijo el
veterinario provocando al
paisano.
Molesto por
la burla el
viejo productor dio
una patada en
el estomago del
animal con tal
fuerza que sintió
las costillas en
la punta de
las alpargatas. La
vaca se quejo,
por ambos extremos
por un lado
mugió por el
otro…
Por el
otro el veterinario
recibió cristiana sepultura.
Se lo velo
con el cajón
cerrado pues las
quemaduras no permitieron
velarlo a cajón
abierto. el pueblo
lamento su deceso
fue muy lamentado
en el pueblo
veterinarios como el
no hubo dos.
Fin
Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
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