CREADOR
Camina por
el oscuro pasillo,
apenas iluminado por
una pequeñas luces
titilantes, apenas si llegan
a indicar los
limites del pasillo.
Aun así las
luces se reflejan
en el pálido,
barbudo y huesudo
rostro del ser
que trencita por
allí. Su vestimenta
es ajena a
la tecnología que
lo rodea, apenas
si está vestido
con una túnica
blanca o color
crema es difícil
saber con certeza
cual es su
color real, solo
se sabe que
es de un
tono homogéneo y
claro. Su pasos
hacen un ruido característico pues
sus pues se
hallan tan solo
cubiertos por unas
sandalias de cuero.
Con gesto decidido
en su rostro,
acompañado por el claqueo
de sus sandalias
avanza decidido, entre la
penumbra. Trancita por
umbrales de puertas
que jamás permanecen
cerradas para él,
esquiva bultos que
no puede ver
pero sabe que
allí se encuentran,
sus funciones no
le son de
interés en este
momento. El desinterés
de los pequeños
artilugios no viene
por desconocimiento de cibernética, pues
este hombre construyo
todo lo que
rodea ¿Cómo lo
hizo solo nadie
lo sabe? Nadie
nunca lo ha
preguntado pues nadie
convive con él.
En realidad esta
y otras preguntas
no existen pues no hay quien
las formule. Pero
hace tiempo a
decidido ponerle fin
a su soledad.
Detiene su decidida marcha
frente a una
puerta plateada doble
hoja. Presiona unos
mandos ubicado en
una de las
paredes, la puerta
se habré del
interior surge una
luz segadora. El
hombre delgado adquiere
cierta serenidad en
su rostro e
ingresa a la
estancia, como si
la cegadora luz se lo
tragase.
Años, tal
vez décadas han
dado sus frutos,
en su rostro
surge al fin
una sonrisa. Frente
a él un
hermoso espectáculo de
colores se desplega.
Una imposible selva
nace e incluso
muere entre senderos
de metal. Los
árboles gigantescos parecen
haber sincronizado sus
ciclos pues todos
ellos se hallan
en flor. Las
enredaderas que dominan
la visual desde
la entrada, carecen
de flores pues
están mas ocupadas
en su crecimientos.
Ellas se encargaron
de tomar para
si las paredes
y columnas, desesperadas
por llegar hasta
las lámparas de
luz calida que
hacen las veces
de sol, permitiendo la
fotosíntesis de la
vegetación. Algunas de
las enredaderas en un delirio
de adoración por
aquello que les da
la vida llegaron
a las luces
cubriéndolas por completo.
La frondosa vegetación
a llegado a
casi cubrir por
completo las mamparas
de cristal que
separan esta inhóspita
selva del espacio
sideral. El hombre
de tez pálida,
barba y pelo
largo toma una
bocanada de aire
calido, húmedo e
incluso talvez algún
microbio. Este aire completamente contaminado
sabe distinto al del resto
de la nave,
sabe a vida.
El hombre
arranca una hoja
y espera, unos
segundos de uno
de los matorrales
surge un pequeño
cuadrúpedo, blanco que
orgulloso muestra su
recién crecida barbilla,
se esta acercando
a la adultez,
con cuidado y
esmero toma la
hoja de la
mano del hombre. Luego
emite un sonido
agradeciendo la caricia
y se marcha
dando saltos entre
los matorrales. El
hombre camina por
esqueleto que forman
los senderos de
metal. Camina por
mucho tiempo cruzándose,
con distintos animales
es increíble lo que sucede
cuando unos aminoácidos
y algunas proteínas
se unen. La
vida solo precisa
un empujón y
todo puede pasar.
Durante su largo
peregrinar, unas aves
colorinches, de cuatro
alas y ruidosas,
lo acompañan.
Luego finalizar
el largo viaje
que duro días,
el pálido ser
llega a una
puerta. Una puerta
donde los animales
o la frondosa
vegetación se animan
a acercarse, a pesar
de que nada
se los impide.
Vuelve a suspirar
esta vez con
resignación, le duele
presionar los contactos
para que esta
se habrá. Cruzando
la puerta, se
ve una pequeña
habitación con muchos
monitores. Los monitores
muestran sus otros
proyectos del ser
pálido. Su proyecto
mas ambicioso el
poblar un planeta,
con sus experimentos.
Mira uno de los
monitores y ve
a dos hombres
de cuerpos fuertes
mostrando una excesiva
musculatura. Estos hombres
saludan a una
enardecida multitud.
Los gladiadores
corren a encontrarse
en el centro del
coliseo. Uno de
ellos lleva un
casco que le
cubre la totalidad
de su rostro
y sostiene un
tridente. El otro
lleva la cabeza
descubierta, un brazo
cubierto con una
manga metálica y
empuña una espada.
Ambos se miden
girando en el
centro de la
arena. El hombre
del tridente arremete
cortándole la pierna
a su contendiente,
este se cae
de rodillas levanta
el brazo blindado
para evitar el
nuevo embestir del
tridente. Para el
golpe, responde con
su espada clavándola
en el costado
del otro hombre.
El gladiador del
tridente retrocede tambaleándose
dejando un río de sangre.
Con una furia
salvaje la espada
da su ultima
estocada fatal, mostrando
una agilidad única
mete el filo
del arma entre
el casco y
el hombro. La cabeza
del enmascarado rueda
por el piso,
el triunfador grita
su triunfo al
Cesar. Desde lo
alto del coliseo
un gordo flácido
y pedante mira
indiferente. No triunfo su
favorito, por ende
muestra a uno
de sus lacayos el
pulgar hacia abajo.
Desde el la
parte mas alta
del estadio nace
una flecha, que
se clava en
el ojo del
vencedor dándole muerte.
La multitud grita
de alegría ante
el sangriento espectáculo.
Afligido y
tal vez un
poco mas viejo,
el creador mira
los hechos en
sus monitores, nota
como han evolucionado
en la arquitectura.
Lamenta el hecho
de que todavía
se sigan matando
unos a otros
e incluso ahora
lo han convertido
en un encuentro
social. Apaga los
monitores se queda
sentado mirando la
nada pensando. Pues
le hubiera gustado
que esto seres
evolucionasen de otra
manera y así
tener con quien
hablar.
Fin
Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
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