LOS PENSAMIENTOS DE DIOS IV
Se equivocaron,
no entendieron, cuando
yo dije que
no debían adorar
a un becerro dorado,
que no invocasen
falsos ídolos, en
ningún momento me
refería a que
se enserasen en
un edificio lleno
de lujos y
opulencias. Jamás pretendí
que creyeran estar
en mi casa
cada vez entrasen
a un templo.
Mucho menos quería
que se arrodillasen
a rezarle a
una pared, pretendiendo
hablar con migo,
cuando fuera los
que no pudieron
entrar se matan
entre ellos y
mueren de hambre.
No, no quisieron
entender. Siempre les va ha
resultar mas fácil
temerme, que tenderle
la mano al
prójimo.
Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
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