ESPANTAJOS
Íbamos por el camino sobre en la pick-up Ford F-100, de mi padre me pierdo mirando los ciclópeos espantapájaros, siempre me han producido cierta congoja, nadie sabe quienes los construyeron o para qué. Solo han estado allí siempre, según el abuelo Sherman los crearon los originarios por miedo. ¿Miedo a qué?. Ni siquiera él con tantos años en sus hombros lo sabe. Claramente son espantapájaros pero sus tamaño hace pensar, en cual era su función real, pues si bien sus tamaños son variados algunos llegan a medir veinte metros. Jamás había visto pájaros que justifiquen el crear tales monolitos de madera y telas. Ante la ignorancia de cual era su verdadera función la gente decidió llamarlos espantajos. Giramos en una curva y la montaña incendiada queda delante de mí. A pesar del viento en contra el fuego continuaba bajando, de lejos parecía una avalancha, de humo.
Finalmente llegamos a la cabaña del abuelo Sherman, quien esta sentado en el pórtico, sobre su silla de mimbre, un sombrero de paja cubre su cabeza, sostenía una ramita seca entre sus labios. Nos detenemos a unos metros de la casa mi padre lo saluda con la mano derecha en alto, yo corro hasta el pórtico. Descubro que debajo de la silla de mimbre estaba la vieja escopeta del 16 del abuelo, siento una extraña electricidad al rededor de la casa y me detengo antes de pisar los escalones del pórtico.
-Papa, sacaste la escopeta. ¿Para qué?. Si es un incendio lo que viene bajando por la colina, no cuatreros-. Decía mi padre que venia caminando detrás de mí.
Sin mirarnos señaló a la colina sus ojos estaban vítreos parecía tener miedo, jamás imagine hasta ese día, ver un atisbo de temor en la mirada de este hombre curtido por los años. Abrió la boca y las palabras que surgieron de sus labios me provocaron un terror indescriptible.- Hijo este no es un incendio normal mira detenidamente, desde esta mañana el viento le sopla en contra y sin embargo las llamas continúan avanzando. Es mas me han llegado noticias desde la granja de los Lopez que no pudieron detenerlo, pues las llamas parecían estar vivas, terminaron huyendo despavoridos, ahora creo que se refugian en la iglesia del pueblo.
-!Papa, por favor¡ seguro que les entro mucho humo por la nariz y empezaron a ver cualquier cosa. Vamos a la acequia, el año pasado paso lo mismo-. Con estas ultimas palabras mi padre dio un salto al pórtico y tomo una de las palas que estaban al costado de la puerta de ingreso a la casa.
Nos dirigimos a la acequia, yo corrí hasta la esclusa que habíamos instalado el año anterior para evitar que los incendios anuales destruyeran la granja del abuelo. El abuelo y pá corrieron hasta un canal que abarca todo la base del cerro. Mientras los mayores limpiaban la salida para evitar que la salida del agua arrastrase ramas y troncos. Sentado quede absorto mirando alternada mente hacia un lado y al otro, viendo unos defensores de peligros irreales y un peligro demasiado real. De pronto el fuego comenzó a comportarse de una manera extraña, el viento cambio de dirección, el humo nos empezó a cubrir y de repente en la confusión vi aquellos seres.
-Pá, ¡Papá!-. Aterrado grite con todas mis fuerzas. Las llamas ¿Cómo explicarlo?, las llamas estaban vivas, parecían humanos y bajaban corriendo la ladera de la colina. Mi padre primero me miro y después giro su vista hacia la montaña.
-Abrí, abrí-. Golpeo el hombro del abuelo y ambos salieron corriendo del interior del canal. Desesperado gire la manija y el agua comenzó a brotar, llenando el canal. No espere a que se terminara de abrir la compuerta tranque la manija para evitar que se cerrara y salte a la orilla.
Corrí desesperado al lado de mi padre. nos quedamos estupefactos mirando como los seres de fuego se arrojaban al improvisado río gritando, como si no pudieran detenerse. Mire a mi padre y mi abuelo, ellos estaban con las bocas abiertas tan impresionados como yo. el viento fue en aumento, los seres no podían detenerse seguían cayendo en el agua. Desde la sima de la colina empezó a aparecer una loma negra de la mas extraña, el viento continuaba en aumento. La loma se convirtió en una enorme cabeza de pájaro.
El viento que producía el aleteo de la gigantesca bestia hizo que nos cayéramos al piso y rodáramos. Nos incorporamos penosamente y corrimos a refugiarnos detrás de una roca. Yo no podía dejar de mirar al ave. El viento seguía empujando a los seres de fuego al agua. El ave pareció notar nuestra presencia, e intento avanzar hacia nosotros, pero de repente algo lamo su atención. El ave quedo suspendido en el aire mirando detrás nuestro, algo lo había disuadido de convertirnos en su cena. De pronto me di cuenta, los espantajos que estaban detrás nuestro. El ave dudo unos minutos, mientras los seres de flama continuaban cayendo en su húmeda muerte. Finalmente el ave abandono el lugar. Luego de este extraño suceso las cosas no fueron lo mismo, en pueblo se hablo de que varias aves gigantes aparecieron junto a los hombres de flama y como los espantajos habían evitado que las aves atacasen a los ciudadanos, así como los monstruosos seres antes evitaron que los incendios consumieran todo. Siempre dude que si las aves nos iban a atacar o en realidad nos habían protegido.
Fin.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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