DECALOGO DE UNA HISTORIA DE TERROR
Todo empezó una noche… la verdad siempre conviene que algo empiece de noche o de día, algunos osados reclaman el comienzo de las cosas durante la mañana o la tarde, pero son los menos y dar reclamo de la presencia del sol nos saca de clima. Llovía torrencialmente… es conveniente que para darnos mayor sensación de desesperación reclamemos cierta inclemencia, evitar la caída de granizo, pues nos quita verosimilitud a la hora de explicar el por que seguimos andando bajo el impacto de múltiples proyectiles de hielo. Incluso quitaríamos el momento de inspirador de nuestro asesino en serie, nadie sale con granizo, en cambio una lluvia torrencial por mucha agua que caiga nos da un marco muy productivo. Llevaba dentro de mí maletín papeles de gran importancia… los papeles conviene que sean contratos con alguna desalmada multinacional y así darle un enfoque político a la historia… los cuales seguramente se habían mojado… es evidente, si llueve…, tendría que pasar toda la noche intentando secarlos… bueno esto no es tan evidente, el papel tiende a deshacerse cuando se moja, pero dejémoslo pasar. Decidí tomar un atajo por un oscuro callejón, camino que habitualmente no tomaba por seguridad, pero la lluvia arreciaba y quería llegar a mí casa, poner a salvo de la lluvia… a ver analicemos esta frase a este tipo le preocupa mas la lluvia que la idea de ser asaltado, violado o muerto, se que suena ridículo pero a nivel del lector funciona, no se por que.
Mí desesperación crecía junto a la lluvia, los desagües de los edificios escupían el agua como si fueran dragones, mojándome los pies… a ver toma un camino que no es el habitual, va por un callejón, destaquemos algo donde se encontrasen callejones, callejuelas o simples pasajes seguramente los desagües de los edificios lindantes dan a estos sitios, por lo tanto son caminos terribles para tomar en una noche de lluvia. Por otro lado “me mojaban los pies”, ¿Cómo pudo mantenerlos secos hasta esta instancia, continuemos.
A pesar la resignación no tardo en llegarme… claro y nosotros nos tuvimos que comer dos párrafos de tus reclamos… pero la molestia de la lluvia… ¿Qué? Era solo una simple molestia, como será cuando algo lo enoje en serio… dio paso al miedo pues en un recodo del callejón apareció él…¿Quién?... un hombre alto, que apenas podía identificar, tez blanca, ojos azules, rubio y gestos amables… ¿no estaba oscuro acaso?. Recomendación, a la hora de elegir el asaltante evitar negros, latinos, judíos, etc., de esta manera evitamos ser tildados de racistas o xenófobos. Por otro lado los rubios y perfectos arios, así como los jorobados y débiles mentales son perfectamente admisibles. Sostenía un cuchillo enorme cuyo reflejo delataba… no se mucho de física pero, si el callejón seguía oscuro de donde venia la luz que se reflejaba en el cuchillo.
El asaltante desconocido avanzo hacia mí… momento ¿desconocido?, si lee falto describirle la foto del documento, bue. Asustado, intente salir corriendo, pero cómicamente resbale y caí de bruces sobre un charco… ¿Qué tiene de cómico el caerse cuando un tipo te esta persiguiendo con un cuchillo?. Saben que, a esté ya no lo aguanto mas abandono el genero de terror o mejor le doy una ametralladora al asesino y que mate en paz al idiota del protagonista. Depaso cañazo que liquide al escritor de esta bazofia.
Fin.
Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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